Estremecido con su propio pigmento identitario que lleva en el nombre, el reconocimiento se torna homenaje completo, con las palmas de quienes lo distinguen, mientras con sus herramientas naturales de creación, él intenta cubrir su rostro, demasiado carmín para un hombre que se pinta en la modestia.
Vicente Rojo, artista plástico, escultor, editor y, en letras de Octavio Paz, “precisión e invención, ingeniería sonámbula”, recibió en el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC), de manos del rector José Narro Robles, el Reconocimiento Universitario por su acentuada contribución a la pintura y el diseño editorial en México.
Rojo, azul y oro
Como los exiliados españoles en el meridiano del siglo XX, llegó en barco en 1949 y casi de inmediato inició su trayectoria auriazul como diseñador en la Revista de la Universidad de México, invitado por Jaime García Terrés, mientras ayudaba a pintar un mural en el Observatorio Astrofísico de Tonantzintla, Puebla.
Su sincretismo disciplinario entre el diseño, la pintura y la edición lo llevó a contribuir en suplementos culturales, periódicos y revistas, para acompañar gráficamente la escritura de poetas, escritores y narradores: Cernuda, Cortázar, Fuentes, Pacheco y Benítez, por citar algunos.
Pero no sólo ilustró letras, sino también voces. Cuando Max Aub dirigía Radio UNAM, Rojo Almazán creó la colección discográfica Voz Viva de México, de la que hizo de cada portada una obra de arte.
Reconocieron su trabajo los rectores Nabor Carrillo, Javier Barros Sierra, José Sarukhán, Francisco Barnés y ahora José Narro; fue investido en 1998 como doctor Honoris Causa de la UNAM, diseñó los logos de Casa del Lago, del Instituto de Investigaciones Estéticas y del Antiguo Colegio de San Ildefonso. Encontró en la UNAM un hogar.
En la ceremonia de entrega de la distinción, Graciela de la Torre, directora de Artes Visuales de la UNAM, subrayó que Vicente Rojo ha contribuido con sus obras al acervo del MUAC y por ello al patrimonio universitario.
En tanto, Renato González Mello, director del Instituto de Investigaciones Estéticas, dio lectura a una semblanza del artista y pidió volver a mirarnos en el entusiasmo de la pintura. “Existe rigor en la subversión, el diseño gráfico y su pintura abstracta tiene consecuencias sobre la realidad”.
En su oportunidad, Narro Robles entregó la condecoración a Vicente Rojo, que consiste en un pergamino, y citó razones para hacerlo, “porque era necesario y absolutamente pertinente, pues la Universidad reconoce a sus académicos, investigadores y artistas, a quienes la han hecho”. Deseó que “todos los artistas pudieran transmitir estéticamente su sentir, pero también refrendar el compromiso con la ética, como usted lo hace”.
Rojo agradeció la distinción, así como la presencia de sus amigos: Federico Álvarez, con el que lo unen 65 años de afecto, Elena Poniatowska, 60 años, y Manuel Felguérez, 55 años. Destacó que, contrario a lo que se piensa de su modestia, se considera exitoso, pero que el mayor éxito que ha tenido no ha sido público, sino privado, el que se refiere al amor y a la amistad.
Con el rubor en su rostro y en la voz, recordó el consejo de Federico Álvarez, quien le dijo: “Cuando tengas dificultad de decir algo ante un reconocimiento y te emociones mucho, piensa en Groucho Marx”.
Por último, mencionó porqué Octavio Paz lo consideró riguroso como un geómetra y sensible como un poeta. “A veces tengo un sueño, alguna vez me gustaría ver que un pianista interpretara mi canción en un concierto, que podría ser en la Sala Nezahualcóyotl. Al lado del pianista yo estaría sentado, pasando, como lo he hecho siempre, miles y miles de hojas; sólo que este caso se trataría justamente de las hojas de mi partitura”.
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