martes, 2 de junio de 2015

CIUDADANÍA DEMOCRÁTICAMENTE RESPONSABLE


 Los ciudadanos siempre nos quejamos de las omisiones o excesos en que incurren los gobernantes porque estamos seguros que no debe ser así. Merecemos gobiernos más justos, eficientes y honestos y tenemos la esperanza que mediante el voto obtendremos automáticamente el resultado deseado, tarde nos damos cuenta del error y nos quedamos esperando un nuevo proceso electoral para ver si lo conseguimos.

Hace escasos veinte años México ha entrado a una vida de mayor democracia cuando se rompió el sistema de partido de Estado, en este tiempo la precaria democracia mexicana ha sufrido más decepciones que en los tiempos pasados porque la alternancia de partidos en el gobierno no ha ofrecido a la ciudadanía el cambio de actitud y resultados que esperaba, si bien ha permitido que nuevos burócratas asuman cargos en la administración pública, su actuación no ha merecido la aprobación de la población, por el contrario, son evidentes las muestras de incapacidad de algunos de ellos, llegando nuestro país en los últimos diez años a niveles de pobreza, inseguridad y desempleo nunca antes vistos, lo que ha provocado enojo y frustración orillando a los ciudadanos a no acudir más a las urnas a elegir autoridades para evitar nuevas decepciones.

En honor a la verdad es necesario señalar que no toda la culpa corresponde a los gobernantes, si bien éstos han omitido cumplir totalmente con sus responsabilidades, también hay que reconocer que la sociedad ha permitido que eso ocurra, no porque se haya equivocado al elegir, sino por abandonar sus responsabilidades como ciudadanos por no exigir rendición de cuentas o por no iniciar denuncias para el fincamiento de responsabilidades por incumplimiento de programas aprobados, por incurrir en actos de corrupción o de desvío de recursos o por construir obras de mala calidad o por contratar personas sin conocimientos ni experiencia para el servicio público, entre otros ejemplos. O por no iniciar procedimientos para la revocación del mandato para separar del cargo a quien no de resultados.

En el ejercicio de la democracia el voto es solamente una manifestación del poder ciudadano para elegir a sus gobernantes pero no es el único modo de participar, también existe la consulta popular para la elaboración de los planes y programas de desarrollo en los que se establecen las necesidades y prioridades de cada comunidad, que son los que constituyen realmente la tarea a desarrollar en cada centro de población con la obligación de planear, programar y presupuestar las obras y servicios públicos reclamados por la ciudadanía. A los gobernantes corresponde establecer los mecanismos para alcanzar el bien común en todas las áreas del desarrollo, pero a la ciudadanía le corresponde vigilar que cumplan con su responsabilidad.
La sociedad no solo tiene la posibilidad de dar a conocer sus aspiraciones morales, intelectuales y materiales a los gobernantes, tiene el derecho a que la autoridad las atienda y las programe para materializarlas en un tiempo razonable y si no lo cumple deberá ser sancionada, así el ciclo de interacción entre sociedad y gobierno se cumpliría adecuadamente.
Lo que México necesita además de un gobierno honesto, justo, eficiente, es contar con una ciudadanía democráticamente responsable que no solo acuda a votar, sino que participe en la toma de decisiones públicas y comprometa su futuro no a un resultado momentáneo, sino a un proyecto que permanentemente le brinde posibilidades de lograr una vida de mejor calidad, pero para ello, una vez conocido y aprobado el resultado electoral, debe participar y legitimar las acciones de gobierno evaluándolas y exigiendo se cumplan las metas programadas.

          Cuernavaca, Morelos, mayo 30 de 2015.
         José Luis Urióstegui Salgado.

















        

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